Yo estuve en Avándaro

Yo estuve en Avándaro, 50 años, con Graciela Iturbide, textos de Federico Rubli

Desde las imágenes, puestas en primacía por una editora, Déborah Holtz, que bien sabe lo que dicen esas puestas de sol con unos hombres desnudos, la niña de pelo suelto esperando un bebé, la gente tapándose con un género que traía el signo de la paz, uno puede finalmente entender qué fue Avándaro para los mexicanos.

Ciudad de México, 6 de enero (MaremotoM).- Uno ve las fotografías de Graciela Iturbide en este libro de Trilce, un ejemplar rectangular que trae el gesto rockero con las manos en la portada y parece que todo fuera Woodstock.

Desde las imágenes, puestas en primacía por una editora, Déborah Holtz, que bien sabe lo que dicen esas puestas de sol con unos hombres desnudos, la niña de pelo suelto esperando un bebé, la gente tapándose con un género que traía el signo de la paz, uno puede finalmente entender qué fue Avándaro para los mexicanos.

Yo estuve en Avándaro
Avándaro, como Woodstock. Foto: Cortesía

Cuando uno recién llega uno aprende a escuchar: es que no sabes lo que fue Avándaro. Cuando uno intenta hacer una historia del rock local, debe partir desde Avándaro.

La edición conmemorativa 50 años de Yo estuve en Avándaro, el libro que retrata lo que pasó el 11 de septiembre de 1971, el día que marcó uno de los momentos más decisivos en la historia del rock en México, es el primer libro publicado que trató el tema del festival que se convirtió a nivel comercial y cultural en el punto de referencia de la generación jipiteca, que desde entonces se identificó por su forma de vestir, hablar, trabajar. Gracias a Avándaro la cultura del rock se difundió cada vez más y amplió sus formas de expresión cultural, por ello se ha defendido la premisa “el rock es cultura” es la frase con la que cierra la presentación editorial.

“Sigo sin saber nada sobre música de rock; las imágenes que vi me entusiasmaron, nunca antes había estado en un festival de música; Guardé estos rollos que por suerte no se perjudicaron. Así, azarosamente, mis imágenes son un testigo de que yo estuve en Avándaro”, dice Graciela Iturbide, nacida en México en 1942 y es una de las figuras más importantes y prolíficas de la escena fotográfica mexicana. Así que este libro es también rendir homenaje a tan importante creadora.

En el libro, hay textos imperdibles, como la introducción de Justino Compeán, organizador del Festival “Rock y Ruedas” que se llevó a cabo en Avándaro y donde explica por qué se llevó a cabo. El texto es delicioso y dice entre otras cosas: “El festival Rock y Ruedas quedó grabado en el imaginario de la juventud mexicana y durante décadas se escuchaba por ahí: ¿Estuviste en Avándaro? ¡Cámara! No lo puedo creer. ¿Es cierto que se quitaban la ropa, que había mucha mota, que era todos contra todos? Es posible que todo eso haya sucedido; también es cierto que no ocurrió ningún hecho lamentable. A cincuenta años, Avándaro sigue siendo un referente en la cultura de la juventud y la historia del rock en nuestro país”.

Hay textos también de Luis de Llano y un trabajo de Federico Rubli que ayuda a absorber el panorama de ese horizonte “donde la juventud mexicana perdió la inocencia” (Luis de Llano).

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