Ciudad de México, 16 de octubre (MaremotoM).- -¿Y?, ¿qué te pareció la novela que te recomendé?
-No me la imagino como película, fíjate- respondió mi amigo.
Su respuesta disimulaba una crítica. Si la novela no es “cinematográfica”, de alguna manera “ha fracasado”. ¿Es así? Su crítica confirmó que aquella novela que yo amaba, era, por esa misma cualidad de “intraducible”, un vehículo de disfrute sin igual.
Cada vez que veo que se viene una película de El proceso o de Pedro Páramo o Cien años de soledad, una sonrisa desdeñosa me aparece en los labios, se me infla la panza y comento para mis adentros: “qué necedad, volverán a fracasar”.
Feria del Zócalo hoy, a las 13 horas, pero quedará en YouTube. Foto: Cortesía
Por más que la experiencia audiovisual haya ganado hoy la preferencia de eso que se llama “el gran público”, la aventura literaria siempre habitará una dimensión diferente. Pisa otros territorios. Otras áreas del cerebro. Despierta demonios que viven fuera del mundo de los ojos y los decibeles. Cuando leemos una novela o un cuento nosotros le ponemos el score, dirigimos a los actores e iluminamos las escenas. Claro: guiados por las pistas estéticas de la autora o el autor.
Solo un puñado de cineastas escogidos y rarísimos son capaces de abordar lo subjetivo casi con la hondura literaria. Son aquellos que han comprendido que más allá de la anécdota, en el reino de la metáfora, se esconde una emoción que no necesita ningún “desenlace”. Son aquellos que dotan a sus películas de una dimensión metafísica. Y lo hacen sin fracasar en semejante insolencia.
El proceso, de Orson Welles. Foto: Cortesía
Me pasa, (salvo que escriba Capote), que no puedo con las novelas o la literatura muy realista y descriptiva. ¡Prefiero las películas! A la inversa (salvo que dirija Bergman), no puedo con el cine “subjetivo”. Coppola nos contó mucho mejor que Puzo la historia del Padrino. Kafka nos regaló un relato intraducible al lenguaje cinematográfico: “La metamorfosis”. No se puede hacer “La metamorfosis” en película.
¿O me equivoco, y en realidad, sin importar el formato, lo que nos emociona son las historias, como dice el teórico del guión Robert MacKee?
De esto y otros temas parecidos hablaremos hoy en la feria del Libro del Zócalo con una novelista que, además, ha adaptado su propia subjetividad al mundo del cine: la talentosa Laura Santullo.
Ojalá nos acompañen!