En el 2001 Carmen Salinas amadrinó la temporada que hicimos de la revista radiofónica, sobre cine y teatro Pantalla en la radio, la cual se transmitía en vivo todos los domingos, bajo la conducción de Mauricio Peña y Mauricio Matamoros, por Radio Chapultepec; bajo la producción general de Mauricio y la producción ejecutiva de un servidor.
Ciudad de México, 12 de enero (MaremotoM).- “Es fácil ser amigo de Carmen Salinas. Lo difícil es dejar de serlo…”. Ese era uno de los frecuentes comentarios que decía a propios y extraños la primera actriz y, para mi fortuna, estimada amiga Carmen Salinas. Siendo una aseveración más que cierta y sincera.
Mi primer contacto con ella fue siendo apenas un niño, sin pensar lo que la vida tenía deparado, cuando asistí con mis padres en múltiples ocasiones al Teatro Blanquita, para ver las exitosas temporadas de teatro de revista que se presentaban en ese escenario, ubicado en calle de Mina y Eje Central, en los que Carmen Salinas era una de las estrellas principales.
Yo era muy pequeño y no entendía a ciencia cierta los comentarios y a algunas de las luminarias que desfilaban en esos carteles, pero recuerdo mucho los temas musicales que ella interpretaba, acompañada por su entrañable Pedro Plascencia Salinas, su primogénito; además de ver divertido las entradas y salidas del también recordado y extrañado Chato Cejudo.
En esos momentos, no imaginaba que iba a conocer a esa entrañable pareja de parejas, artísticamente hablando, dentro del espectáculo mexicano.
Después de haber vivido esas noches del Blanquita en mi infancia, años más tarde, ya trabajando en la industria del entretenimiento, en 1994, tuve la suerte de verla de nuevo como actriz, en esa ocasión como como una de las protagonistas de la versión que hiciera Víctor Hugo Rascón Banda para teatro musical del clásico de Luis G. Basurto, Cada quien su vida; en el Salón México. Pero como aún no ejercía el periodismo, no me le acercaba más que para saludarla a ella y a Chato cuando iba a ver la obra; pero hasta ahí.
Sin embargo, recuerdo muy bien su presencia imponente en esa producción, que parecía sacada de una película mexicana, protagonizada por ella, Héctor Bonilla, Adriana Roel, Margarita Isabel, Alfredo Sevilla, Armando Palomo (ahora Libertad), Víctor Carpinteiro y como protagonista María Rojo, quien rompía plaza bajando la enorme escalera del recinto, vestida con un ceñido vestido dorado brillante, completado por un par de zapatos de tacón del mismo color, simbolizando el personaje que ahí interpretó.
Recuerdo los diálogos que Carmen realizaba junto a Héctor Bonilla, en la que ella era La Pepsi Cola y él El Diputado, haciendo las delicias de todos los presentes. Un duelo de Titanes.
Tres años más tarde y durante más de 20, Carmen Salinas haría lo propio como ‘Rosaura’ en su inolvidable Aventurera, siendo la crítica política, desde sus inicios como actriz, uno de sus mayores aciertos; convirtiéndola en líder de opinión y una de las mayores aportadoras de beneficios a la comunidad, incluso mucho antes de su incursión como diputada plurinominal. Y eso lo saben todos los miembros del espectáculo, periodistas y amigos, muchos de ellos beneficiados por ella.

Años más tarde, ya convertido en un hombre y joven periodista, formando parte del equipo de reporteros de la edición original de El Heraldo de México, propiedad de la Familia Alarcón, dirigido por Gabriel Alarcón Velázquez, era obligado que en cualquier momento tendría mi primer encuentro, ya del otro lado de la barrera, con Carmen Salinas, siendo uno de los momentos más recordados de mi vida profesional y personal.
Y es que mi jefe, tiempo después convertido en mejor amigo, mentor y padre por selección, Mauricio Peña, tenía una relación más que cercana con Salinas, siendo su paisana e incluso vecina, en la colonia donde ambos radicaban en su natal Torreón, Coahuila; por lo que el lazo amistoso se extendió hacia la capital, cuando Carmen Salinas era una estrella y Mauricio un joven periodista llegado a la capital, para hacer carrera dentro del periodismo y relaciones públicas en la industria del cine nacional.
Yo quedé impactado por la ternura y atención con que la señora Carmen trataba a todos y cada uno de los reporteros que acudían a cubrir sus eventos y la entrevistaban; sabiéndose los nombres de todos y respondiendo cada una de sus preguntas, sabiendo dirigir el barco de una manera extraordinaria; logrando que todos nos fuéramos con una nota de esa entrevista y sabiendo ella el cómo y el momento en qué decir las cosas, dando y sobando como se diría popularmente.

A partir de que mi relación laboral, amistosa y filial con Mauricio Peña se hizo más estrecha, además de que yo era un buen elemento de trabajo, porque las cosas no se dan de gratis, en mi relación amistosa con Carmen Salinas sucedió lo mismo, gracias a que la señora también creyó en mi y me apoyó de una manera enorme, lo cual le agradecí, le agradezco y le agradeceré hasta el final de mis días.
En el 2001 Carmen Salinas amadrinó la temporada que hicimos de la revista radiofónica, sobre cine y teatro Pantalla en la radio, la cual se transmitía en vivo todos los domingos, bajo la conducción de Mauricio Peña y Mauricio Matamoros, por Radio Chapultepec; bajo la producción general de Mauricio y la producción ejecutiva de un servidor.
Años más tarde, en 2011 y 2012, la señora Salinas me hizo el honor de amadrinar el lanzamiento de mis libros sobre teatro musical: Historia del Teatro Musical en la Ciudad de México 1952-2010; y Magia pura y total, respectivamente. Un hecho más que importantes en mi paso como periodista e investigador. Los libros fueron publicados por el sello independiente Samsara Editores.
Más adelante, en julio de 2013, Carmen Salinas amadrinó la presentación de su también amiga y hermana elegida Payín Cejudo, durante la presentación que esta jazzista tuvo en centro de espectáculos El Bataclán, como un homenaje a su hermano Juan Cejudo, El Chato, quien había fallecido un año antes.
El espectáculo fue creado, producido y dirigido por Payín, dejando en un servidor las labores de producción ejecutiva; en el que Mauricio Peña colaboró apoyando con su dinero, en el pago de los músicos. Esa fue una noche gloriosa, en la que Carmen Salinas pudo disfrutar de los temas que Cejudo interpretó, pudiendo recordar entre amigos a su inseparable hermano, Chato Cejudo.

Ese mismo año realizamos para la revista electrónica Filmeweb, creada y dirigida por Mauricio Peña y un servidor, una entrega de premios a lo mejor del espectáculo, teniendo como escenario del Teatro Rafael Solana, del Centro Cultural y Social Veracruzano.
En ella, Carmen Salinas nos hizo el honor de recibir un premio especial por su trayectoria en el cine mexicano y latinoamericano. En los premios relacionados a la televisión, su nieto Manuel Monje recibió uno por su proyección como actor, en ese entonces a través de la serie La rosa de Guadalupe.
En 2015, la señora hizo lo propio con el lanzamiento de mi libro Cine mexicano del 70: La década prodigiosa, en su primera edición, también publicado por el sello Samsara; en el cual tuvo también una presencia protagónica, pues fue una de las estrellas más prolíficas de esa polémica etapa del cine mexicano.
De hecho, ese año, el libro se convirtió en el regalo de Navidad de Carmen Salinas para amigos y gente cercana; cada uno de los ejemplares autografiados por un servidor, siendo esta una muestra más de sencillez y cariño hacia mi de la señora Salinas.
Un año antes, en 2014, Carmen Salinas dejó en claro justo la frase con la que inicié este texto; pues dio la muestra más real y sincera que por un amigo se puede hacer, en esa ocasión para Mauricio Peña.
A finales de febrero de ese año, después de una extensa enfermedad en su domicilio, que duró varias semanas y al momento de internarlo de emergencia, Carmen Salinas logró que Mauricio fuera internado de forma inmediata en uno de los hospitales del IMSS, consiguiéndole cama y atención inmediata; haciendo con ello que Mauricio continuará su lucha, la cual días después por desgracia no logró vencer.
Cómo resintió Carmen esa pérdida; siendo la misma una de las tantas causas por las que estaré eternamente agradecido con ella por ser y estar en este momento y en cada uno de los demás.
La noche anterior a que Carmen sufriera ese mortal derrame cerebral, el miércoles 10 de noviembre, tuve la posibilidad de enviarle a través de su amigo e hijo elegido, el periodista Jorge Nieto, un ejemplar del tercer y último volumen de mi libro sobre teatro musical, llamado ahora Magia pura y total: La nueva vuelta; el cuál por desgracia para mí, ya no tuvo la oportunidad de ver, lo cual lamento en verdad.
Días antes también, recibí un WhatsApp de su parte, en el que me agradecía por el envío de un mensaje con motivo de su cumpleaños, el 5 de octubre pasado; brindándome siempre palabras de cariño, al igual que para mi familia, a la que conoció durante las presentaciones de mis libros y en las varias asistencias que tuvimos en el Teatro Blanquita, invitados por ella, para ver Aventurera.

Escribo esto a varias semanas después de su fallecimiento, ocurrido el 9 de diciembre pasado; porque, la verdad, no concibo a la idea de que ella ya no está, ni estará más. Siempre me caractericé por no estar pegado a ella, como esperando algo a cambio.
Pero los dos sabíamos que contábamos el uno con el otro, fuera como fuera. Lo sabíamos a la perfección; más yo. Sabía que cuando fuera necesario, Carmen Salinas estaría a mi lado.
No lo puedo creer, pero así es.
Lo único que puedo decir es: descanse en paz mi querida y entrañable amiga Carmen Salinas; quien seguro ahora está con Pedrito, Chato, Edith González y Mauricio Peña, además de muchos amigos y luminarias, platicando de cine, teatro y de todo lo que a ellos les gustaba y muchas cosas más.