“Ahora la descentralización posmoderna ha producido una civilización sin cultura, una cultura sin arte, un arte sin literatura y una literatura sin poesía”, dice Mircea, tras lo cual comienza a nombrar a los grandes poetas rumanos, en el sentido de que “la poesía es la reina de la literatura rumana”.
Ciudad de México, 6 de julio (MaremotoM).- Es probable que muchos vean en la escritura de Mircea Cărtărescu una amargura existencial. A mí me parece que lo suyo es la resignación rebelde frente a una vida que pronto dirá adiós. No está diciendo que todo lo pasado fue mejor, sino que el futuro pronto ya no lo podrá verbalizar. El futuro no existe, dice sobre todo en El ojo castaño de nuestro amor (Impedimenta. Traducción de Marian Ochoa de Eribe), donde en una especie de libro de memorias cuenta sus pensamientos y algunos hechos como ese delicioso capítulo dedicado al Nescafé.
“Creo que habría bebido la mitad de la copa cuando sentí, al principio de forma subliminal, los primeros efectos. Mi cerebro, completamente virgen por aquel entonces, pues no conocía aún el alcohol ni la nicotina ni la cafeína, reaccionó ante aquel líquido místico con tata fuerza, con un entusiasmo tan total, que pilló a mi cuerpo desprevenido. Empecé a sentir, simplemente entusiasmo. Una especie de borrachera parecida a la del éxito, que crecía a medida que pasaba el tiempo. No sé cómo será inyectarse una dosis de heroína, pero aquel primer nes –así como todos los vasos que tomé después, durante unos cinco años- llenaba mi cerebro de luz como si fuera un globo inflado con gas; hacía que me elevara, que saliera de mí, azuzaba un deseo irrefrenable de existir de verdad en un mundo verdadero en el que nada me estaba prohibido”, evoca sobre ese batido que hoy lo vemos con suma desconfianza, pero que en ese entonces nos llamaba a una experiencia casi psicodélica.

Superada la barrera psicológica de los cincuenta años, Cărtărescu, el autor de El cegador y de Solenoide, el nacido en 1956 en Bucarest, un escritor que goza de gran predicamento tanto dentro como fuera de las fronteras de Rumania, es uno de los más importantes teóricos del posmodernismo rumano. De su obra poética, que cultivó a lo largo de toda la década de los ochenta, destaca El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos), que Impedimenta recuperó en 2015 en una versión especialmente preparada por el autor. Cărtărescu dio el salto a la narrativa con el volumen de cuentos Nostalgia (1993; Impedimenta, 2012; Premio de la Academia Rumana), que se abre con su célebre relato El Ruletista (publicado de modo independiente por Impedimenta en 2010). Siguió Lulu (1994; Impedimenta, 2011), novela tortuosa y genial que indaga en el misterio del doble y que le valió el Premio ASPRO y El ojo castaño de nuestro amor (2012; Impedimenta, 2016), que sirve como nexo para entender el conjunto de su obra.
Mircea Cărtărescu recibió el Premio Formentor de las Letras, uno de los galardones más prestigiosos del mundo literario y algunos consideran que podría ser el primer escritor en lengua rumana en obtener el Premio Nobel de Literatura.
EL POETA COMO UN GATO MUERTO
En este libro el escritor vuelca su predilección por la poesía y en cierto modo nos hace cada vez menos merecedores de ese arte. “La poesía es el gato muerto del mundo consumista, hedonista y mediático en el que vivimos”, dice en el capítulo dedicado a la poesía. Admite que “no se puede concebir hoy un destino más dramático que el del poeta que decida consagrar toda su vida al arte”.
“Ahora la descentralización posmoderna ha producido una civilización sin cultura, una cultura sin arte, un arte sin literatura y una literatura sin poesía”, dice Mircea, tras lo cual comienza a nombrar a los grandes poetas rumanos, en el sentido de que “la poesía es la reina de la literatura rumana”.

Una isla que ya no existe cerca del Danubio, el extraño descubrimiento que hace en la Lolita, de Nabokov, o la descripción de los días previos a la muerte de Ovidio en el exilio, todo se une, como las cucarachas que según él Darwin se entretenía en ensartar en un palo, para configurar una suerte de arqueología en la que descubrimos las claves que nos llevan a entender a uno de los autores primordiales de la narrativa centroeuropea.
Amarás a este libro, como un espejo que te lleva a comprar los tres discos sustanciales en tu vida: Blonde of blonde, de Bob Dylan, Mind Games, de John Lennon y The Dark Side of The Moon, de Pink Floyd. Nos fuimos felices, con ellos bajo el brazo, olvidándonos del pan y del hecho que no teníamos dónde escucharlos”, dice.
Su lío con los pantalones de una sola pierna, el dolor por el hermano gemelo muerto al nacer y esa existencia donde “estaba atiborrado de literatura, si por mí hubiera sido, no habría salido de casa jamás”.