Libros UNAM invita a viajar desde casa, conoce piratas, aventureros y científicos que se adentraron en el mundo maya.Travesías por Guatemala, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas y Tabasco. Una antología de ensayos sobre historia, mitología y antropología.
Ciudad de México, 7 de agosto (MaremotoM).- Publicado originalmente en 2010, acaba de lanzarse la segunda reimpresión de Viajeros por el mundo maya, volumen que contiene seis amenos ensayos de divulgación con temas históricos y antropológicos. Fue coordinado por la investigadora y catedrática Carolina Depetris y editado de manera conjunta por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM y el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (Cephcis) de esta casa de estudios.
La obra constituye una invitación al viaje. Se trata de emprender un recorrido geográfico, pero también místico y espiritual que inicia en el siglo XVII y llega hasta nuestros días. La zona por recorrer incluye los actuales territorios de Guatemala, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas y Tabasco. Sin embargo, también abarca espacios que no se sitúan en ningún mapa y que corresponden al inframundo de la mitología maya, al ámbito de los sueños y a la imaginación simbólica e inconsciente.
El libro abre con el texto de Adrián Curiel Rivera “Viajes del pirata Dampier a Campeche”, donde se traza el perfil del bucanero del título. Dampier fue un curioso navegante que ejerció de corsario. Sin embargo, sus peculiaridades no terminan allí, pues se sabe que fue botánico, observador científico y, por si fuera poco, un escritor de talento que pergeñó en 1697 el ejemplar A New Voyage Round the World, cuya segunda parte, aparecida en 1705, incluye un extenso capítulo titulado “Dos viajes a Campeche”.
El segundo ensayo es “Oriente está en Yucatán. El viaje de Frédéric de Waldeck” y está firmado por Carolina Depetris y Romina España. Aquí nos topamos con otro personaje curioso. Jean Frédéric Maximilien de Waldeck, un conde nacido a mediados del siglo xviii en Praga, llegó a México en 1825 como ingeniero hidráulico de una minera inglesa. Dotado de talento artístico, este hombre realizó numerosas litografías de ruinas mayas durante la expedición que emprendió por los estados de Yucatán y Chiapas. Estos trabajos se publicaron en París en 1838 bajo el título Voyage pittoresque et archéologique dans la province d’Yucatan.
Enseguida, leemos “Emanuel von Friedrichsthal: su encuentro con Mesoamérica y su descripción de Chichén Itzá”, de Arturo Taracena Arriola y Adam T. Sellen. En este caso, conoceremos a un explorador, botánico y arqueólogo aficionado de origen austriaco que desembarcó en tierras americanas trayendo consigo un daguerrotipo, antecedente de la fotografía. Mediante este artilugio se dedicó a fotografiar ruinas y deidades mayas que sorprendieron a Europa. Tales imágenes se publicaron en francés, junto con sus observaciones, en Les Monuments de l’Yucatán de 1841.
Posteriormente, Adam T. Sellen nos cuenta la historia de un oscuro subinspector de Monumentos Arqueológicos fallecido en 1906 mientras se dirigía a Mérida en tren. Su historia le sirve al autor para hablarnos del robo de piezas prehispánicas del que ha sido objeto la zona maya a manos no sólo de saqueadores anónimos, sino también de funcionarios estadounidenses bien conocidos que han ostentado altos cargos diplomáticos.
A lo largo de “En busca del don para curar. Los viajes al inframundo de los h-meno’ob yucatecos”, David de Ángel García nos sumerge en el universo mítico y religioso maya para hablarnos de los h-men u “hombres sabios”. Aun hoy, estos individuos son los que poseen los conocimientos necesarios tanto para curar, como para dirigir las ceremonias de ofrendas destinadas a granjearse el favor de los “dueños”. Dicha categoría se obtiene tras realizar un viaje iniciático lleno de peligros a las profundidades de la tierra, allí donde se localiza el inframundo.
El último ensayo que compone Viajeros por el mundo maya es “Guías de viaje para Xibalbá: aparecidos y retornados mayas”, cuyo autor es Mario Humberto Ruz. Aquí se hace un recuento y una descripción de las presencias fantasmales que componen el imaginario maya. Quienes “se aparecen” en esta región se distinguen de los espectros de otras latitudes. Por lo general, los fantasmas de los que habla la tradición occidental cristiana son almas en pena que “regresan” para advertirnos del peligro de su vida disipada o para solicitar ayuda (por ejemplo, con oraciones que les ayuden a reducir su estancia en el Purgatorio). En la cultura maya, por el contrario, se presentan por solicitud expresa de sus parientes, quienes pueden invocarlos durante la vigilia pidiendo que se manifiesten para auxiliar a vivas y vivos a solucionar algún problema.