Rosa Beltrán

¿Es feminista Radicales libres? “La novela es un canto a la sororidad”, dice Rosa Beltrán

Uno de los grandes libros del año es el de Rosa Beltrán, Radicales libres (Alfaguara). El discurso es anchamente feminista, a pesar de que no contemple las mismas categorías del feminismo moderno. Lucha contra la construcción cultural del patriarcado, ese discurso freudiano que dice que sólo tenemos identidad a través de nuestros padres y se reconcilia con las mujeres precedentes y con las de hoy en una gran cadena del movimiento.

Ciudad de México, 19 de noviembre (MaremotoM).- La novela Radicales libres (Alfaguara) es hondamente feminista. Es más, plantea precisamente una reconciliación no sólo con el feminismo actual, sino que también cuestiona a esos que luchaban por la libertad y que luego eran terriblemente déspotas en su vida cotidiana.

Una de las cosas que siempre se hablaba en la izquierda militante era “qué buen militante es, pero qué padre horrible, que esposo espantoso”, como si eso fuera una cosa aparte. Hoy no entendemos a aquella persona que lucha por un mundo mejor y que no habla con sus hijos, golpea a su mujer o no está dispuesto a compartir el poder con el “sexo opuesto”.

Rosa Beltrán
La novela es un canto a la sororidad. Foto: Cortesía

Crecimos todos con el “sexo opuesto”, ese sentir que lo que no era masculino –fruto del establishment de la época- era lo opuesto, lo rival, lo en cierto modo destinado a combatir. Si no se entiende esa filosofía, no se van a entender las nuevas posturas feministas, no se va a justipreciar las luchas que hemos llevado a cabo hasta hoy y que han continuado las mujeres de hoy.

Al principio la novela se ve como un manifiesto contra la sororidad, la mujer se va haciendo sola y va descubriendo su género a las trompadas. Lo que dice Rosa Beltrán es que “no es un manifiesto contra la sororidad porque el encuentro con las primas le permite descubrir el género acompañada. Las primeras feministas de la que ella tiene noticia es 1968, cuando las primas son edecanes de los Juegos Olímpicos y descubren la trampa que hay en ese doble discurso. Por un lado, la lucha contra el gobierno y por el otro la utilización del cuerpo para sus fines”, dice.

“Ella empieza a aprender a los 8 años que hay otro mundo y que ese mundo está constituido por mujeres y que luchan por mucho más. No es que piden, es que exigen. Si no tienes conciencia de esto cuando eres chicas, no va a valer la pena. Parecería que hay un contradiscurso porque no es la madre la que se lo enseña. Esta novela habla de las distintas formas de maternar. Oponerse a ese discurso heredado, que finalmente es una construcción cultural del patriarcado, en este caso el discurso freudiano que dice que solo podemos construir nuestra identidad que son los padres, eso es algo que ella no aprende. Ella aprende la rebeldía, la autodefinición y que el cuerpo de la mujer puede ser decidido por la propia mujer, aunque en este caso sea su madre”, agrega.

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Rosa Beltrán
Radicales libres, la nueva gran novela de Rosa Beltrán. Foto: Cortesía

“La novela es un canto a la sororidad”, dice Rosa Beltrán. “Hay que explicar por medio de otro camino y no por la Historia, con hache mayúscula, que no es algo que está allá, sino algo que nos ocurre y nos atraviesa, el tránsito hacia el feminismo y hacia varios feminismos”.

Radicales libres tiene un hilo conductor a lo largo de tres generaciones que hacen palpable que el feminismo no nació ayer. “Si hubiera empezado por el siglo XIX hubiera empezado por las sufragistas, pero no es ese el único fin que persigue. Es una novela de conciliación entre todas las mujeres que sufrimos y padecimos lo mismo y encontramos distintas estrategias”, define la autora.

“Poco a poco se ha ido definiendo la forma de nombrar esos abusos y eso es una diferencia. La forma de conciencia también. Saber que lo íntimo es histórico y social, que lo personal es político. Esto ha tomado mucho tiempo. Decir por ejemplo que nombrar “crimen pasional” y tener atenuantes dentro de la ley, se llama hoy violencia de género feminicidio”, agrega.

“Lo que es muy entusiasmante de parte de las nuevas generaciones, del #metoo, es que han decidido que nunca más. El camino de la academia, de los seminarios, del diálogo, no es válido en un país donde se asesinan a 11 mujeres por día. Las niñas son vendidas en Oaxaca y cuanto más saben, valen menos. La escolaridad hace que el precio sea menor. La educación es una necesidad de supervivencia”, expresa Beltrán.

“Las marchas no son violentas porque se vandalizan los monumentos o se arroja diamantina frente a la tortura y desaparición de las mujeres”, concluye.

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