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Amores veganos es una serie de cuentos donde el autor echa a volar su imaginación desbordada y se pregunta, por ejemplo, ¿qué pasa cuando un carnívoro redomado se mete bajo las sábanas de una vegana fascista?

Ciudad de México, 25 de junio (MaremotoM).- Adrián Curiel Rivera es un escritor muy activo, aunque tal vez poco difundido. Como sea, siempre está creando un nuevo libro desde Mérida, donde vive, ya sea de cuentos o una novela como Blanco Trópico o Paraíso en casa.

Ahora, le tocó a Amores veganos, una serie de cuentos donde el autor echa a volar su imaginación desbordada y se pregunta, por ejemplo, ¿qué pasa cuando un carnívoro redomado se mete bajo las sábanas de una vegana fascista?

Publicado por Lectorum, el libro se atreve con inteligencia y talento a darle una mirada distinta a lo que el torrente de las ideas contemporáneas propone como aceptable. Historias extraordinarias que desafían al nuevo totalitarismo de la corrección política y que traen a una ventolera huracanada que trastorna una fiesta infantil o cuando una abuela valiente lleva a su hija y nietas a ver desovar las tortugas y protegerlas del ecoturismo depredador de Tulum. También hay un joven artista que canta rap maya y sufre un terrible accidente; una epidemia de iguanas en una casa, un niño que perdió sus goggles y no puede nadar. Un experto en masculinidades tóxicas condenado a la picota de las redes sociales. Una fiera tripulación de piratas gais de Alabama que busca en Dzilam Bravo el tesoro de Lorencillo.

“Creo que es un texto de un escritor con algún trayecto recorrido. Obedeció a un tiempo especial de escritura, es un texto pandémico, este tiempo tan extraño que hemos vivido y que de pronto nos da muchas horas más, pero nos mantenía también con zozobra”, dice Adrián Curiel Rivera.

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“También creo que Amores veganos guarda mucha relación con mis dos novelas anteriores, Blanco Trópico y Paraíso en casa. Estos tres textos tienen muchas cosas en común. Una de ellas es que la Península de Yucatán cobra un papel preponderante. El paisaje se vuelve un personaje, desde mi punto de vista”, afirma.

Publicado por Editorial Lectorum. Foto: Cortesía

Hay palabras que son únicas y el tratamiento del lenguaje de Rivera llama la atención.

“Me pareció interesante armar algunos textos con una palabra que fuera un detonador. En circunstancias que son cotidianas y triviales, pero remarcar el origen oculto en las historias. Palabras náuticas, muy extrañas, como bolina o relinga o escota, que son cuerdas de navegación de los barcos. También tienen en común esta recurrencia que han venido a arraigarse a Yucatán, han dejado de ser turistas, pero siguen siendo fuereños”, agrega.

Juega también con la palabra villa en el cuento Amores veganos, que da título al libro.

“Me permití esta libertad para dar un énfasis y una fuerza al conflicto. Es una historia que surge de una novela fallida que no publiqué. El relato es divertido y plantea la historia muy triste de un adulto varón que entra en crisis por la edad madura. Pierde a su familia, a su matrimonio, creo que hay un divorcio entre los deseos y la realidad”, expresa.

Hay juegos temporales, un texto cinematográfico que discurre como en una especie de road movie, “en todos los textos hay como esta fascinación por los entramados y los tiempos y la cronología. Hay muchos guiños de comicidad, como el cuento que trata a los piratas gay”, concluye Adrián Curiel Rivera.

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