“Nadie quedará indiferente”, dice la editorial, refiriéndose a un libro que en principio hizo muy feliz a su autor y a nosotros nos dio la sorpresa de estar muy bien escrito, iniciando así la carrera literaria de alguien muy ligado a la información.
Ciudad de México, 7 de junio (MaremotoM).- Gerardo Tena es periodista y ahora es escritor. Tanto así, que Hormiguero Editorial presenta su primer libro Cara de Perro, una obra de treinta cuentos que van de lo sublime a lo fantástico, pasando por la crudeza de las historias que al leerlas sacudirán al lector.
“Nadie quedará indiferente”, dice la editorial, refiriéndose a un libro que en principio hizo muy feliz a su autor y a nosotros nos dio la sorpresa de estar muy bien escrito, iniciando así la carrera literaria de alguien muy ligado a la información.
“La verdad es que un periodista es un acumulador de historias, en la brega uno va acumulando historias que luego no tenemos tiempo de escribir. Ahora se dieron las circunstancias, vino desafortunadamente una pandemia y eso hizo que yo afilara el lápiz y terminara el libro”, dice Gerardo Tena, ex periodista de AFP.
“No es un libro autobiográfico, pero se basa en las experiencias que viví cuando era niño en un barrio bravo. Fue una infancia paradójica, con contradicciones, fue una infancia muy triste, pero también una infancia feliz, los niños vivíamos en la calle, era muy libre, de imaginación, con tres tornillos y una canica hacías una nave espacial e ibas a la luna”, agrega el autor.
Claro que ese mundo fue muy autoritario, también. La sociedad estaba permeada por esa autoridad férrea. “Si uno miraba a los padres a los ojos te podían soltar un bofetón”, recuerda Gerardo.
Entre madres suicidas, los extraterrestres, el vello púbico, el personaje que relata se va haciendo hombre.
“Para mí fue catártico escribir este libro. Me ocurrió una cosa en 2017, durante el terremoto. Se cayó un edificio en La Condesa y acudí a ver qué había pasado y me encontré a un hombre tirado en el piso, con dos columnas de concreto encima, quise ayudarlo, pero alguien pasó y dijo que eso iba a estallar, por el tema del gas. Lo dejé abandonado y me causó un trauma terrible, sentía una opresión en el pecho, fui al psicólogo, ahora lo digo y sigo conmocionado, sentí que lo había abandonado. Si no lo puedes decir, escríbelo, me dijo el psicólogo. Escribí entonces un montón de historias, aunque no conté esa historia, pero la pude y la puedo contar”, dice.
“Sí fue algo catártico, era algo que traía desde hace mucho tiempo, que luego lo trabajé literariamente”, agrega.
¿Cómo ha ido armando esos cuentos? De las 40 historias en la terapia catártica, Gerardo se quedó con 15 cuentos. Luego acudió con el profesor y escritor Alejandro Paniagua, teniendo como motivación hacer historias-espejo. “Cuando me di cuenta todos los cuentos tenían una guía por donde los hechos se van desarrollando. Tiene esa calle, esa atmósfera, donde se encuentran todos los personajes. Mi intención fue crear cuentos que tuvieran un envés y un revés”, afirma.
“Yo estaba muy entusiasmado escribiendo, es una tarea fuerte, no le tengo miedo a la página en blanco, sino a la abundancia de texto. Ahora escribí una novela corta, que me gustó mucho. Es una novela rabiosa, tiene mucho humor y después, estando yo en plena pandemia, veo un jardín y me encanta ver jugar y hablar a los niños, atrapé entonces una escena en donde los niños huelen palomitas y comienzan a buscar, a partir de ahí empecé a escribir una novela para niños. Sí, me siento escritor y tengo proyectos para el futuro inmediato. Espero que no me pase como a otros autores que se quedaron congelados y no escribieron más”, afirma.