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Hay un libro que se llama Somoza, escrito por Ligia Urroz y debajo una leyenda que dice: “La novela del hombre que robó los sueños de una nación”. En realidad se trata de los recuerdos de esta niña nicaragüense que por condición de clase tenía a Anastasio Somoza como amigo de la familia.

Ciudad de México, 15 de junio (MaremotoM).- Anastasio Somoza, ex dictador de Nicaragua, encontró la muerte a los 54 años de edad, la mañana del 17 de septiembre de 1980 en la avenida asuncena entonces denominada Generalísimo Franco, en honor al dictador español.

Cayó bajo el fuego de un armamento sofisticado que incluía el bazuka que impactó en el vehículo en el que viajaba.

Eran los tiempos de empezar a librarnos de los dictadores crueles, que gobernaban sus países como si fueran sus reinos y que a la oposición la mataban, la torturaban, la hacían exiliar y seguían mandando a través de sus propias familias.

La foto de Ligia, al lado de Somoza. Foto: Cortesía

Hoy, que hay un mandatario elegido por el pueblo en Nicaragua, también se meten presos a los opositores, un casi dictador gobierna al país desde 2007 y aunque haya mucha gente que diga que a Daniel Ortega lo van a sacar, las cosas se vuelven complicadas cada día.

En el medio, libros que tienen que ver con Nicaragua, comenzando a poner los escritores a ese país centroamericano que fue nuestro centro en los 80, cuando la Revolución Sandinista, otra vez en el tema de nuestras preocupaciones.

Hay un libro que se llama Somoza, escrito por Ligia Urroz y debajo una leyenda que dice: “La novela del hombre que robó los sueños de una nación”. En realidad se trata de los recuerdos de esta niña nicaragüense que por condición de clase tenía a Anastasio Somoza como amigo de la familia.

Cuando llegó a México no podía decir que conocía a Somoza. Foto: Cortesía Facebook

El hombre que para ella y su hermana era como un tío, que en las fiestas de la familia se dejaba ver con esa mirada franca y siempre sonriente es ahora, para su sorpresa, llamado dictador: el enemigo de toda una nación. Ligia es exiliada de Nicaragua. Vive en México y a través de este libro comienza a entretejer su exilio por la guerra. Cuando llegó a México no podía decir que conocía a Somoza. Es una novela y no pretende ser algo histórico. Lo que sí es cierto es que, a 40 años, la memoria por Somoza se diluye y aparece otro personaje tan igual como él. ¿Qué ha pasado en Nicaragua?

–Somoza significa muchísimas cosas, todo lo malo

–Yo viví los últimos años de la dictadura al lado del General, fue una cuestión de destino. Para mí era un ser que me quería, un señor cariñoso y bondadoso. En el momento que salgo de Nicaragua por la guerra, llego a México y me doy cuenta de que ese ser humano conmigo era una cosa, afuera lo ven como alguien que destruyó la patria. Esta novela está hecha para conciliar esa Ligia niña con esta Ligia adulta. La novela tiene dos partes, la parte contada desde el comando guerrillero argentino que lo mata y la parte de Ligia niña. La parte del comando me gustó poner su ideología que constaba de tratar de liberar del yugo imperialista a todo el continente, liberarlo de Videla, de Stroessner, de Pinochet…no quise hacer un análisis de Somoza sino a través de un prisma, de los que lo mataron, de los que lo queríamos y de lo que no lo querían.

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Aquí, con otro escritor nicaragüense, José Adiak Montoya. Foto: Cortesía Facebook

–¿Cómo analizas la vida de Somoza ahora que eres adulta?

–Salir de una patria de una manera sangrienta y llegar a México donde yo no podía contar lo que había vivido. Yo tenía que callar en un país nuevo. Para mí fueron cosas bien difíciles, de una niña que de pronto se convirtió en adolescente. Todo lo que me robó la niñez y que aún ahora se sigue replicando.

–En ese momento no era una guerra contra el imperialismo, sino que el imperialismo nos había hecho esa guerra. El pueblo pagó muchísimo

–Me gusta mucho la literatura de Honoré de Balzac y sus textos sobre la condición humana. Como escritora quise tomar eso, la condición humana, de qué estamos hechos, cuál es nuestro tejido, las personas malas tienen algo bueno. No somos de un solo color. Quise dejar testimonio porque forma parte de la historia de mi país. La historia la cuentan los vencedores y muchas veces se censura o se borra a los perdedores. No voy del lado de Somoza ni de los sandinistas.

–Recordar a Somoza tal como era sería muy bueno para Nicaragua, ahora

–Es tan importante haber sacado el libro ahora. Justo lo estaba terminando cuando ocurrieron los hechos de abril de 2018. Lo que ellos quisieron quitar con la Revolución, se replica. Los paramilitares están persiguiendo a los jóvenes, es una situación muy dura, que se escriba lo que pasó para que no se repitan patrones. Me da mucho miedo la santería de Rosario Ortega, que sea vicepresidente de Nicaragua, la historia familiar que ha tenido con su hija, todo tiene que ver con el tema de la religión.

­–Sabemos muy poco de Nicaragua

–La censura es brutal, ahora con el tema del Covid 19 la información se cerró…

–Cuánta gente ha muerto por el marxismo, para mejorar el mundo, pero estamos igual que entonces

­–La gente que comulgaba con los sandinistas que los paramilitares la están acechando todo el día. El odio que nunca quiere acabar. Hay que formar un nuevo tejido para que corran todas la ideologías del continente.

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