“Su escritura es irreverente, audaz, singular, y tiene la capacidad de llevarnos siempre a los sutiles límites que existen entre lo insólito y lo real”, ha dicho Margo Glanz, como frase de promoción para su reciente libro Al final del miedo (Páginas de Espuma). Ella está muy contenta porque cree que haber atravesado las puertas de la editorial que dirige Juan Casamayor, es “como entrar en la catedral del cuento”.
Ciudad de México, 15 de junio (MaremotoM).- Cecilia Eudave hace personajes extraños en situaciones límites y cotidianas desde hace mucho tiempo. Cree en lo siniestro y en aquello que no vemos pero está en la realidad. Cree en la literatura fantástica y no es que ahora, por una cuestión de tendencia, salga a desempolvar sus cuentos.
“Su escritura es irreverente, audaz, singular, y tiene la capacidad de llevarnos siempre a los sutiles límites que existen entre lo insólito y lo real”, ha dicho Margo Glanz, como frase de promoción para su reciente libro Al final del miedo (Páginas de Espuma). Ella está muy contenta porque cree que haber atravesado las puertas de la editorial que dirige Juan Casamayor, es “como entrar en la catedral del cuento”.
“Qué tienen en común un fotógrafo que es abordado por una joven diminuta en su computadora, una mujer que ha olvidado con serenidad a las personas de su vida, un hombre anodino en busca de una historia extraordinaria; un par de amigos que desean encontrar El sepulcro de Selene, bar siniestro cuyo objetivo es apagar la “sed”, un oficial de policía desesperado por descubrir la razón de un brutal asesinato, unos mellizos acosados por una presencia escurridiza, un matrimonio que por accidente golpea un bulto con apariencia semihumana y un contador público que se apropia de una profecía ancestral para explicar la aparición de los agujeros oscuros y profundos diseminados por la ciudad, por el planeta, con el fin de ligarse a una chica”, esa es la sinopsis de este libro de cuentos que pone al lector contra la pared, para que sea él el que decida de qué lado de la balanza irá la historia.

“Al final del miedo en este libro implica llegar a un punto de introspección e inflexión como lo hacen los personajes, quienes están justo en ese umbral entre dejar atrás el miedo y mirar hacia adelante con las expectativas que se nos ofrecen: ¿Esperanza? ¿Aceptación? ¿Dolor? ¿Reconocimiento? ¿Liberación? ¿Condena? ¿Alivio? ¿Amor? ¿Qué es lo que se busca o desea alcanzar si logramos llegar al final del miedo? Eso depende de cada uno de nosotros”, dice la autora, nacida en 1968 en México y que ha publicado, entre otros, Técnicamente humanos, Invenciones enfermas, Registro de imposibles, Sirenas de mercurio y Técnicamente humanos y otras historias extraviadas.
“Estoy muy contenta de que a Juan Casamayor le haya gustado el libro, es como entrar a la catedral del cuento, porque es una editorial que es propositiva, que hay muchas maneras de narrar distintas y que acoge a todos estos narradores que privilegiados las formas breves para hablar de la condición humana, que también el cuento como el microrrelato tienen mucho peso para narrarlo”, dice Cecilia, en un libro que nos parece que está más en los microrrelatos que en el cuento.
ENTREVISTA EN VIDEO A CECILIA EUDAVE
“Estos ocho relatos que mencionas tienen el carácter de microrrelato por el tema del lenguaje. Quizás no sea tan formal como en los relatos tradicionales, el lector no encontrará aquí esos cuentos tradicionales, sino que son híbridos. Los que son más largos, se fraccionan, para que el lector lleve el hilo conductor a través de un narrador impertinente, un poco distinto, que lleve su propia voz, para hacerlo como un objeto mucho más orgánico. Este libro es un poco artefacto, todo se va relacionando a distintos niveles, hay muchos juegos de espejo, disfruté muchísimo escribiéndolo”, afirma.
Esa voz narrativa es un poco autoritaria, le digo. “Es para enfadar un poco al lector. El mismo lector vaya terminando la historia y engranando las historias que se van a asomar. El narrador acompaña como si fuera un narrador abismado en todas las historias”, expresa.
“Un lector que lo relea encontrará muchas cosas que en la primera lectura dejó pasar”, dice Eudave.
Su literatura establece una realidad alterna. “Mi intención en este libro era ubicarme en un libro de umbral. El lector se situará en esa línea que divide a lo real de lo insólito. Todo puede ser explicable o lo puede leer desde lo insólito. La vida no es la normalidad que nos han enseñado a ver y lo insólito es una perspectiva”, afirma.

“Al terminar el libro tenemos la sensación de que volvemos al principio”, dice Cecilia, en un libro donde lo extraños son también los personajes. “Hay personajes que surgen como una especie de triangulación con los personajes principales. Todos los cuentos se están relacionando dos personajes que están en un conflicto. Afuera hay un apocalipsis total, siempre hay una catástrofe, pero ellos deciden centrarse en sus problemas. Son dos porque se ven como espejos”, expresa.
“Margo Glantz conoce algunos de estos cuentos. A raíz de eso me entregó esta hermosa frase que le agradezco mucho y que me representa en Al final del miedo y en toda la producción que hice hasta ahora”, expresa Eudave su gratitud.
La perturbación siempre ha sido la motivación de sus historias. Eso es algo que en otra frase establece Alberto Chimal, su colega.
“Estos cuentos son siniestros en cierto sentido, pero son más perturbadores. Creo que Alberto Chimal acierta, cuando dice que una vez que me lean que no hemos visto la realidad como es. Hay muchos intersticios, puntos de fuga, donde se puede colar lo insólito”, afirma.
“Para mí es importante, porque vivo en México, soy mexicana, todo el tiempo estoy hablando de mi país, pero desde otro ángulo. Cuando acá no había cabida para este tipo de literatura miré hacia afuera. Ahora, la edición mexicana de Al final del miedo, es una manera de ponerme a prueba, del goce y del disfrute que mi gente lo va a leer”, expresa.
“La literatura no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. Me gusta mucho que por fin las editoriales se dieran cuenta de que era una manera muy efectiva la literatura de lo siniestro. Yo llevo años haciendo esto y ahora que encuentran cabida con una mayor proyección mis textos, también estoy muy contenta. Yo no estaba tan errada, no estaba mal, no estaba loca, me da gusto haber sido parte de las pioneras”, concluye.