“Mi vedetismo irredento lo voy llevando a niveles más exhibicionistas. Estas historias de desamor tienen mucho de morbo. El resultado es como estar viendo el chisme a través de una mirilla o el próximo capítulo de Sex and the City”, dice Alejandra Maldonado, a propósito de su nuevo libro, Yoga y Coca.
Ciudad de México, 13 de julio (MaremotoM).- Sus ojos negros de muñeca japonesa desmienten esa aseveración determinante: “Soy cínica”, me dice, moviendo la mirada para todos lados. Le digo que en los inicios de su carrera me hacía acordar a Hunter Thompson (ese escritor que te gusta cuando eres adolescente, pero si maduras, ya no te gusta). A veces, ese desparpajo y ese cinismo, están por encima de la capacidad narrativa de Alejandra Maldonado.
Pero cuando se aleja de su personaje, como en el flamante libro Yoga y Coca (Dharma Books), ofrece una pluma de oro para hablar de esos secretos oscuros que a todas luces resplandecen en las páginas.
Se trata de un tour de force de las desventuras amorosas de una protagonista en escenarios “cosmo-capitalistas”: las playas jipis de los primeros raves, los hedonistas y decadentes clubes de moda europeos, las cajas de cristal que son las agencias de publicidad en las que Blanca trabaja: todo es visto a través del filtro letal del amor romántico que la hace fracasar una y otra vez y contra el cual no tiene defensas, es la sinopsis de un libro prolijo y reflexivo y aunque no esté muy bien decirlo, también en contra del patriarcado.
“Mi vedetismo irredento lo voy llevando a niveles más exhibicionistas. Estas historias de desamor tienen mucho de morbo. El resultado es como estar viendo el chisme a través de una mirilla o el próximo capítulo de Sex and the City”, dice Alejandra Maldonado, a propósito de su nuevo libro, Yoga y Coca.
Las ilusiones del gran amor pensadas por las mujeres desde que tienen uso de razón son frecuentes y se lo decimos a la autora, en virtud a veces de quedar un poco descolocadas. Decir mujer frente a Maldonado es un poco hurgar en la herida.
“Yo no soy una mujer víctima, pero la condición de la mujer sigue siendo muy de hueva. Aunque nos creamos del siglo XXI, sigue habiendo este chip asqueroso de amor romántico y tu vida está completa cuando agarras a alguien permanente y tienes hijos”, afirma.
“Yo diría que más en contra este libro da patadas de ahogado frente al amor romántico. Esta mujer se da cuenta de los errores que comete, sigue cayendo en esas estupideces”, agrega.
Hay muchos lugares de placer en el camino de esta mujer que narra sus vicisitudes.
“Llega un momento que la protagonista afirma que los hombres se han vuelto la más adictiva de sus drogas. Siempre está arrobada por el pinche atractivo masculino y no puede salir de eso. Las drogas son una manera de doparse”, expresa.
“Siento un momento más evolucionado y nutrido por los autores que me fascinan. Thomas Bernhard, Carson McCullers, mi adorado John Fante y la música que he escuchado, las pistas de Juan Gabriel que me compraba mi abuela”, afirma.
John Fante, claro, nombra a este autor crecido quizás a la sombra de Charles Bukowski y que “tiene una ternura desbordada, esta idolatría por los santos. Hunter Thompson me resulta súper macho”, afirma.
“Tiene novelas que a veces son el mismo capítulo y no te cansa”, dice acerca de Bernhard, su autor favorito.
Alejandra Maldonado es una escritora propia, personal y nunca va a hacer las cosas para quedar bien. Se parece entonces a Guillermo Fadanelli, su gran amigo, que ha dicho de Yoga y Coca: “Yo he sido su admirador durante muchos años; es imposible no serlo. Yoga y Coca, como todo lo que escribe, es su espejo y su carisma novelado; no sólo leerán un libro, también conocerán a alguien en el sentido más lúdico y carnal de la palabra”.