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Como cualquier hombre común nos animamos hoy a prepararnos el desayuno. Y a partir de ahí, todo empieza, con el sonido de una despreocupada marimba, cuando pensamos en Chicu, en Séneca y en Montaigne, con la voz, también flexible.

Ciudad de México, 4 de agosto (MaremotoM).- Almas flexibles (Turner), según una frase de Michel de Montaigne, nos enseña algo de la verdad y la mentira.

Asistimos a las últimas fiestas del imperio, como el Festival de Cannes, como los Juegos Olímpicos, como la Eurocopa, como si fuéramos al sacrificio final: muchos moriremos por el contagio.

Detrás de nuestra puerta, la vida y la muerte luchan por mantenernos en pie. Y esa es su verdad.

Hay un amor en el medio, porque es cierto que para la literatura todos morimos solos, pero para poder partir o quedarnos, necesitamos siempre a alguien.

En en esta epidemia todos nos hemos sentido solos y luchando y ahora es cuanto más se evidencia la afición por la comunidad.

Somos seres en función del otro, de la otra. Cuando estamos sentados o acostados de prono, como dice Fernando Fernández, si no tuviéramos a alguien que nos fuera a comprar medicinas, si no escucháramos una voz o el canto de un pájaro a lo lejos, nadie nos recordaría.

Es también un canto al recuerdo. ¿Cómo era yo? ¿Qué cosas decía? ¿Tendré el último gesto de dignidad para dejarme la ropa interior cuando me llevan a la cama del hospital?

Es un canto a la medicina. ¿Eso que dicen es verdad? ¿No estaré internándome antes de tiempo?

La voz de Albertina nos llega de la muerte y nosotros estamos volviendo de ese “sitio donde no hay nadie, ni siquiera nosotros”.

Como cualquier hombre común nos animamos hoy a prepararnos el desayuno. Y a partir de ahí, todo empieza, con el sonido de una despreocupada marimba, cuando pensamos en Chicu, en Séneca y en Montaigne, con la voz, también flexible.

Una edición de Turner. Foto. Cortesía

El relato más expresivo y transparente de lo que hace el coronavirus en nosotros es lo que construye Fernando Fernández. Este libro es una profunda reflexión, contada con economía de medios, en una prosa clara y expresiva, sobre la naturaleza y los efectos de la enfermedad. Almas flexibles es también el relato íntimo de un acontecimiento mundial que sólo puede ser contado con plena justicia desde la subjetividad del contagio.

Cuando me puse mucho peor fui sedado de manera agresiva

“No sé hasta qué punto tuve presente la muerte como tal. Cuando me puse mucho peor fui sedado de manera agresiva. Quizás después pude medir el riesgo real en el que estuve. Llegamos a los accidentes sin tener noticias de que vamos a accidentarnos y esa es una bendición. Tuve la enorme fortuna de que tuve unos excelentes cuidados médicos”, dice Fernando Fernández en la presentación de su libro.

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“A lo mejor yo no tuve mucha consciencia de la muerte, sí mucho miedo. Es cierto que la muerte está en todo el libro y yo no la quise ver. En el piso, mientras hacía mis paseos, vi un paquete de unos cigarros Séneca y la palabra muerte muy visible”, agrega.

Cuando Fernando se tuvo que internar, se llevó un libro del poeta canario Luis Feria, con un libro llamado Dinde, donde cuenta un entierro infantil, un libro sobre la muerte.

Lo leyó durante la convalecencia, este hombre que ahora dice que es básico “hacer la crítica del discurso de los médicos. Oponerse a lo que te piden, en términos críticos, ver si es realmente lo que te conviene. No siempre les gusta a los médicos esos. Los malos médicos siempre piden obediencia. Finalmente, llegas a uno que te conduce”, afirma.

Fernando Fernández
Un sobreviviente del coronavirus. Foto: Facebook

“En cierto sentido yo regresé nadando del nudo de las aguas revueltas. He pasado 20 años de mi vida con la natación y eso me ha ayudado mucho. Seguramente me salvó el hecho de que yo estaba tranquilo conmigo mismo”, agrega.

“Yo lo que sentía era un pánico reprimido. Ver cine, escuchar música, tener conversaciones íntimas, una melodía de un Beethoven joven te puede encandilar y a salir al exterior”, también cuenta sobre su restablecimiento.

Un libro no escrito para los intelectuales, sino para que cualquiera lo pueda leer. “Lo que quise hacer es limitarme a contar de lo que yo viví. No sé muy bien lo que es el coronavirus, no sé nada de eso, me pareció que si este libro pudiera tener una utilidad es que está contado un caso del coronavirus desde el principio hasta el final”, dice Fernando Fernández.

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Mónica Maristain
Mónica Maristain. Nació en Argentina. Desde el 2000 reside en México. Estudió en la Universidad de Filosofía y Letras. En Argentina dirigió las revistas Cuerpo & Mente en Deportes y La Contumancia. Aquí dirigió la revista Playboy, para todo Latinoamérica. Fue editora del Universal y editora de Puntos y Comas. Ha publicado muchos libros, entre ellos los de poesía: Drinking Thelonious y Antes. Los dedicados a Roberto Bolaño, entre ellos El hijo de Mister Playa. Prepara su libro sobre Daniel Sada: el hombre que sabía bailar.

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