Este libro, Pandemia: una mirada al frente, está editado por Fauna, la empresa de Sara Schulz, y conmueve desde la primera hasta la última página.
Ciudad de México, 27 de abril (MaremotoM).- ¿Qué es lo que hace falta mostrar para ver el grado feroz de la pandemia, sobre todo en nuestros países, donde colapsa pronto el sistema de salud? Vemos todos los días a Hugo López Gatell, uno de nuestros principales funcionarios de la salud. Escuchamos todos los días a los médicos, pero nunca las cámaras están en los hospitales, ni siquiera vemos cómo los profesionales, tanto enfermeros como profesionales de la salud, atienden a las personas enfermas con el coronavirus.
Este libro, Pandemia: una mirada al frente, está editado por Fauna, la empresa de Sara Schulz, y conmueve desde la primera hasta la última página.
En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia global a la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. La alarma se acompañó de la incertidumbre, el estupor y la desconfianza de la población alrededor del mundo.
Los integrantes de los sistemas de salud de las naciones se alistaron, con las capacidades y los medios a su alcance, para recibir a pacientes de un padecimiento del que se ignoraba la mayoría de características, mecanismos de contagio, afectaciones orgánicas y derivaciones clínicas. Y para el cual no había tratamientos ni vacunas.
Este libro es una narración visual de las vivencias del covid-19 al interior de hospitales y centros de salud de la Ciudad de México. Es un registro documental, realizado de manera independiente y por iniciativa propia, con potentes imágenes de la fotógrafa María Paula Martínez Jáuregui Lorda y un homenaje al personal hospitalario, compuesto a partir de entrevistas realizadas por ella misma. La multiplicidad de voces nos abre los ojos, informa y conmueve.
En esta entrevista, María Paula, una fotógrafa y humanista a tiempo completo, cuenta que su hermano se recibió de infectólogo apenas empezar la pandemia de coronavirus. Habla tambié de su vida, de sus madres muertas por cáncer, el alcohol que cambió por el montañismo, la vez que se convirtió en fotógrafa a instancias de su padre y fue a comprar una cámara digital a Liverpool.
Ella pertenece a Fotógrafos Sin Fronteras, con quienes ha realizado diversos proyectos de índole humanitaria alrededor del mundo. Es la primera mujer mexicana certificada como piloto de dron por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Su trabajo explora temas relacionados con los derechos humanos, la conservación de los mares y la majestuosidad de los volcanes, un trabajo del que también habla y es tan triste y tan revelador como el de coronavirus. Quizás una cosa tenga que ver con la otra.