También ha realizado en el 2020 La señora Lowry e hijo, una película en donde hace un duelo actoral con Timothy Spall (el protagonista también del nuevo filme de Nieva en Benidorm, de Isabel Coixet) y donde demuestra que es, como ha dicho en una entrevista, “una actriz muy buena”.
Ciudad de México, 27 de abril (MaremotoM).- Nada más cerca de una diva que la diva Vanessa Redgrave, quien a los 84 años sigue dando titulares de cine y tratando muy mal a los periodistas que se le acercan.
Una gran defensora de los derechos humanos, pero a veces no tiene humor para atender las miles de preguntas que despierta a su paso. Dicho esto, el pasado noviembre la actriz inglesa, esposa de Franco Nero, ha mostrado su mal carácter y su actividad política, al presentar en España la película Los papeles de Aspern, la adaptación de una novela de Henry James, a quien considera “un genio de la escritura”.
También ha realizado en el 2020 La señora Lowry e hijo, una película en donde hace un duelo actoral con Timothy Spall (el protagonista también del nuevo filme de Nieva en Benidorm, de Isabel Coixet) y donde demuestra que es, como ha dicho en una entrevista, “una actriz muy buena”.
Es cierto. Un cuerpo escultural que aún mantiene, con 1.81 de estatura, visto por Adrian Noble, también un director de teatro y entre 1990 y 2003 Director Ejecutivo de la Royal Shakespeare Company. Entre sus producciones en la RSC se encuentran Enrique IV, Hamlet (con Kenneth Branagh), Macbeth (con Jonathan Pryce) y El Rey Lear (con Michael Gambon).
Laurence Stephen Lowry (1887-1976), más conocido como “L.S. Lowry”, fue un pintor británico muy popular gracias a sus cuadros en los que representaba escenas cotidianas de la vida en los distritos industriales del Noroeste de Inglaterra a mediados del siglo XX. Su madre odiaba vivir en Pendlebury y donde él encontraba belleza y la vida misma, la ex habitante de Londres (es increíble ver como dice “Victoria Park”), encuentra decadencia, lugares en donde viven “los monos”.
Las críticas a la película de Noble hablan un poco de lo incompleto del filme. Es cierto. Uno termina de ver la historia y va a ver la biografía de Lowry, para enterarse más, pero obviar el duelo actoral que existe en Redgrave y Spall es injusto.
La difícil relación y al mismo tiempo el grado de sumisión que existe entre el hijo y la madre es mostrada a través de un filme que al mismo tiempo no deja de hacer ver la pobreza alrededor, esa Inglaterra de preguerra donde Europa está condenado a ir al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial.
Lowry trabaja como cobrador de alquileres a gente muy pobre madre y a la noche regresa a cuidar a su madre que está en la cama y que vive recordando lo mal esposo que fue el padre del pintor y cómo este heredó los males de él.
Es una película chica que no sólo ve la relación entre ambos, sino el grado absoluto de falta de valor a la pintura, de por qué es artista, de eso de sentirse “un hombre que pinta, ni más ni menos”.
El hijo pinta para su madre, que vive negando la capacidad artística de Lowry. Una vecina se acerca a su cuadro “Los veleros” y dice: ¡Qué cuadro encantador! Y es ahí cuando ella ve medianamente un valor a lo que hace. Paga para que esté dentro de una exposición de verano y Lowry, irremediable, pone a dos cuadros: el de los veleros y uno dedicado al molino, que ella odia.
Timothy Spall, de 63 años, consiguió una de sus mejores interpretaciones en la piel de otro gran pintor J. M. W. Turner (1775–1851), en la película Turner (Mike Leigh, 2014) y hoy se luce al frente de Lowry, un pintor que triunfó luego de la muerte de su madre, a quien honró rechazando la orden de Caballero de Inglaterra, “porque ya no tenían sentido sin ella”.